Los dientes del tigre i by Tom Clancy

Los dientes del tigre i by Tom Clancy

autor:Tom Clancy [Clancy, Tom]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Roman
publicado: 2011-01-20T21:26:02+00:00


"¿Es más fácil en un auto, no, Enzo?", le dijo burlonamente Brian a su hermano cuando atravesaron la línea de llegada. La carrera de tres millas no era gran cosa, pero para Dominic, quien acababa de pasar por la máxima puntuación de la evaluación de aptitud física para el FBI, había sido un poco larga.

"Mira, pavo", jadeó Dominic, "yo debo correr más rápido que los sospechosos que persigo".

"En Afganistán te habrían matado". Ahora, Brian corría hacia atrás, para observar mejor cómo se esforzaba su hermano.

"Es probable", admitió Dominic. "Pero no hay afganos que asalten Bancos en Alabama y Nueva Jersey". Dominic nunca había tenido nada que envidiarle a su hermano en materia de estado atlético, pero era evidente que la infantería de marina entrenaba más duro que el FBI. ¿Pero qué tal sería con la pistola? Al menos, habían terminado y caminó hacia atrás hasta la casa.

"¿Pasamos?", le preguntó Brian a Alexander en cuanto entró.

"Tranquilos, los dos. Ésta no es la Escuela de Rangers, muchachos. No pretendemos que compitan en las olimpiadas, pero, en acción, poder escapar rápido siempre viene bien".

"En Quantico, el sargento Honey siempre nos decía eso", asintió Brian.

"¿Quién?", preguntó Dominic.

"Nicholas Honey, sargento maestro artillero del Cuerpo de Infantería de Marina de los Estados Unidos y sí, es probable que le hicieran muchas bromas por su nombre, pero no creo que nadie se las pudiera hacer más de una vez. Era uno de los instructores de la Escuela Básica", dijo Brian tomando una toalla y arrojándosela a su hermano. "Es un infante de marina muy duro. Pero decía que escapar es la principal habilidad que debe tener un infante".

"¿La pusiste en práctica?", preguntó Dominic.

"Sólo estuve en combate en una ocasión, que se prolongó durante unos dos meses. Lo que más hacíamos era mirar cabras montesas que sufrian ataques al corazón de lo empinadas que son esas jodidas montañas".

"¿Tan malo es?"

"Peor", intervino Alexander. "Pero combatir en la guerra es para muchachos, no para adultos sensatos. Piensa, agente Caruso, que cuando uno va allí, además de todo debe cargar con unos treinta kilos de equipo".

"Debe de ser divertido", le dijo Dominic a su hermano, no sin respeto.

"Mucho. Bien, Pete, ¿qué otras cosas agradables tenemos planeadas para hoy?"

"Antes, dúchense", aconsejó Alexander. Ahora que tenía la certeza de que ambos estaban en un estado físico razonable -si bien no había dudado de que sería así- y, de todas maneras, eso no era tan importante, a pesar de lo que había dicho-podían dedicarse a los asuntos duros. Los asuntos importantes.

"El dólar va a caer", le dijo Jack a su nuevo jefe.

"¿Cuánto?"

"Apenas un arañazo. Los alemanes van a devaluar el dólar contra el euro, por valor de unos quinientos millones".

"¿Es mucho?", preguntó Sam Granger.

"¿Me lo preguntas a mí?", respondió Jack.

"Así es. Debes tener una opinión. No importa si aciertas, pero debe tener sentido".

Jack Ryan Jr entregó los textos de las comunicaciones interceptadas. "Este tal Dieter habla con su par francés. Habla como si se tratara de una transacción de rutina, pero el traductor dice que hay cierta agresividad en su voz.



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